de niño
De niño, cuando era bajito con motivo, pensaba que las señoras que veía sentadas en la puerta de sus casas, ampliando la sala hasta el mismo borde de la acera, eran brujas que odiaban los balones. También me hacía preguntas, y lo que es peor, las hacía en voz alta:
-Si el viento empuja a la gente cuando va por la calle, ¿quién empuja al viento para que corra tanto.
¿Cómo es posible que, siendo la Tierra redonda, la gente de la mitad sur no se caiga al cielo?
Luego descubrí que las señoras, y las sillas desde las que escrutaban la vía, estaban allí porque necesitaban ver caras que no apareciesen en las fotografías que adornaban las mesas, y las vitrinas, del otro lado de la puerta donde se sentaban. También descubrí que el viento huracanado más fuerte puede nacer del aleteo de una mariposa en la otra parte del globo terráqueo. La levedad de la tragedia en la belleza de su génesis, y la desolación que queda tras su vida, llegó vestida de la urgencia con que sólo se muestra la ley de la gravedad. Una vez que pude asociar que la sangre no se bajaba a la cabeza de cada antípoda mío, pude respirar más tranquilo, dentro de la ignorancia de ser yo mismo el suyo particular.
Ya no hay sillas en la calle, y las señoras se apergaminan en la oscuridad de alguna parte. Allá se cierran donde no hay ni balones, ni combas volteando una canción, sólo los rostros de las fotografías que tanto necesitaban dejar de ver. El viento aprende su desconsideración, de la que nosotros tenemos hacia su alma, y nos maltrata en la justa venganza de los justos. La gravedad es más grave que nunca, y la sangre cubre las cabezas, las voces, de los que habitan en los limbos de la historia.
Enciéndeme un cigarrillo, y pensemos que aún queda la noche, que aún no hay un guión para dos espaldas mirándose, frente a frente.
© pokit in a pocket 2002 "de niño"
-Si el viento empuja a la gente cuando va por la calle, ¿quién empuja al viento para que corra tanto.
¿Cómo es posible que, siendo la Tierra redonda, la gente de la mitad sur no se caiga al cielo?
Luego descubrí que las señoras, y las sillas desde las que escrutaban la vía, estaban allí porque necesitaban ver caras que no apareciesen en las fotografías que adornaban las mesas, y las vitrinas, del otro lado de la puerta donde se sentaban. También descubrí que el viento huracanado más fuerte puede nacer del aleteo de una mariposa en la otra parte del globo terráqueo. La levedad de la tragedia en la belleza de su génesis, y la desolación que queda tras su vida, llegó vestida de la urgencia con que sólo se muestra la ley de la gravedad. Una vez que pude asociar que la sangre no se bajaba a la cabeza de cada antípoda mío, pude respirar más tranquilo, dentro de la ignorancia de ser yo mismo el suyo particular.
Ya no hay sillas en la calle, y las señoras se apergaminan en la oscuridad de alguna parte. Allá se cierran donde no hay ni balones, ni combas volteando una canción, sólo los rostros de las fotografías que tanto necesitaban dejar de ver. El viento aprende su desconsideración, de la que nosotros tenemos hacia su alma, y nos maltrata en la justa venganza de los justos. La gravedad es más grave que nunca, y la sangre cubre las cabezas, las voces, de los que habitan en los limbos de la historia.
Enciéndeme un cigarrillo, y pensemos que aún queda la noche, que aún no hay un guión para dos espaldas mirándose, frente a frente.
© pokit in a pocket 2002 "de niño"
5 comentarios
Shadow -
"La levedad de la tragedia en la belleza de su génesis, y la desolación que queda tras su vida, llegó vestida de la urgencia con que sólo se muestra la ley de la gravedad."
me encanta.
chus -
Muchas gracias por dejar trozos de tinta virtual, que son alegrías reales. Feliz comienzo de semana.
salud
pokito
Belle -
Feliz fin de semana .
chus -
salud
Belle -