barrio boca
Hoy comienza a verse el final del túnel, he tenido unos meses de mucho lío de trabajo, de permisos negados por no tener el sello de algo, y de veinte mil tonterías más de esas que luego tardan en resolverse como si no lo fueran. Ya puedo comenzar a llenar las maletas con las ganas de volver, como decía Carlitos Gardel, con la frente aún no marchita del todo, pero con algunos copos ya en la sien.
Hace un rato hablé con mi querido Ramón el cojo, él es la persona que siempre se ocupa de darme la bienvenida, una bienvenida que suele durar dos o tres días. Me pasea por Boca, su barrio, por los colores que lo inundan, y también por las oscuridades que lo pueblan. Allí nos gambetea el tiempo como lo hacía Dieguito con la pelota en sus pies, y junto a Borges escuchamos los cuentos insólitos que Bioy Casares nos cuenta, mientras de fondo aún grita el dolor que no curó la medicina del Che. Ramón y yo bebemos mate, y comemos dulce de leche, tras las empanadas que doña Manuela nos prepara en su taberna, y a veces, en comunión perfecta con nuestro confesor Jack Daniels, hasta arreglamos el mundo el cojo y yo. Luego, tras esos días, Ramón vuelve a perderse en su barrio hasta la próxima vez. Me da la bienvenida siempre, pero nunca se quedó el cojo a decirme adiós.
Hoy el cielo es azul y las nubes blancas, y de lejos creo escuchar ya el sabor que respiran las letras al volver a Buenos Aires, y decirlo.
© pokit in a pocket barrio boca
Hace un rato hablé con mi querido Ramón el cojo, él es la persona que siempre se ocupa de darme la bienvenida, una bienvenida que suele durar dos o tres días. Me pasea por Boca, su barrio, por los colores que lo inundan, y también por las oscuridades que lo pueblan. Allí nos gambetea el tiempo como lo hacía Dieguito con la pelota en sus pies, y junto a Borges escuchamos los cuentos insólitos que Bioy Casares nos cuenta, mientras de fondo aún grita el dolor que no curó la medicina del Che. Ramón y yo bebemos mate, y comemos dulce de leche, tras las empanadas que doña Manuela nos prepara en su taberna, y a veces, en comunión perfecta con nuestro confesor Jack Daniels, hasta arreglamos el mundo el cojo y yo. Luego, tras esos días, Ramón vuelve a perderse en su barrio hasta la próxima vez. Me da la bienvenida siempre, pero nunca se quedó el cojo a decirme adiós.
Hoy el cielo es azul y las nubes blancas, y de lejos creo escuchar ya el sabor que respiran las letras al volver a Buenos Aires, y decirlo.
© pokit in a pocket barrio boca
11 comentarios
pokito -
salud
Losobaya -
pokito -
salud
Al fin solos -
cuando yo te vuelva a ver
no habrá más penas
ni olvidos..."
Me traes un frasco con perfume de corrientes y callao?
pokito -
salud
salud
Pakito -
Eso sí, no olvides llevar muchos abrazos en la maleta, para repartir, y deja hueco al volver para traerte unos cuantos :)
Gonzalo -
Un enorme abrazo. Y trae chuvenirs.
Cerro -
pokito -
Kris, gracias por el ánimo, y las reservas, para estos últimos pasos.
gracias a las dos.
salud
kris -
Me alegro y sonrío gracias a este barrio "boca" aunque no pueda estar en la mochila de mano.
Muchos besos-reserva para esa mochila.
white -