requiem para después de un rock&roll en la medina
-He abandonado la afición por lo de siempre...-
Y con estas palabras se dejó morir, con la misma parsimonia con la que los sentidos le iban ignorando. Ahora era una metáfora más sobre el devenir de la existencia, el recuerdo de unos pocos, y la apatía lógica del resto de la humanidad. Su herencia apenas pesaba unos gramos de tinta aguada, y alguna que otra imagen robada a la locura colectiva que conjugó mal el verbo que okupa el piso del porvenir. Eso, y poco más, era su aportación a la enciclopedia de los anónimos con pretensiones. También bebió de la realidad que no se encontraba, por mucho que pareciese lo contrario, dentro de las coordenadas que qusieron hacerle creer. Casi siempre pensó que la realidad era una soberana tontería, igual que aquella estúpida manía de nominar categoricamente a las alturas, y a las profundidades, en un universo sin arribas, y sin abajos. Para él la realidad era una disidencia, contada a medias, en un mundo absorto en su propio ombligo, o también el cuento del mar, junto al de la lluvia temprana sobre el suelo que toca la piel de los pies. La realidad podía ser tantas cosas. Podía ser una calle con portal en un cuerpo, o un papel escrito al remitente, por miedo al destino. Podía, y quería, pero la realidad era otra, y esa, al mismo tiempo, era otra de nuevo a la vez.
Vio que, aunque nunca la había ganado, ahora sentía la derrota por haber perdido el refugio de una sola de sus mañanas, y reconoció el sabor del adiós en los labios.
- He abandonado para siempre la afición...-
Y con esas palabras se dejó vivir, con la misma parsimonia con la que los sentidos le iban ignorando a golpe de educación. Ahora era una sentencia más sobre el devenir de la existencia, y quiso volver a dejar de creer.
"Requiem para después de un rock&roll en la Medina"
© pokit in a pocket. chus alonso díaz-toledo.
4 comentarios
chus -
Raquel,Raquel... un beso más que grande, Flaca.
Almudena, muchas gracias por pensar así sobre estos desvaríos que me da por contar. Te apellidas como uno, que era uruguayo, y escribia con la misma dulzura que se le exilió de la cara.
¿La tristeza, y la alegría? No sé, creo que la tristeza guarda algo de alegría, y viceversa, o no, o sí... Algo nos hace escribir, y leer, lo que está tocado por la tristeza, o las melancolías. ¿Por qué? No lo sé, pero la belleza esconde mucha tristeza a veces. Yo, de todas formas, me apunto al carro del sol, aunque a veces elija nubes, que de todo hay que tener. Un saludo
Almudena Cortázar -
raquel -
analetra -