bar trinidad
Trinidad abre cada tarde su bar cuando el sol se trasviste de blanco lunático, y las horas suenan sin campanas entre los pasos de las bocas que hablan a la soledad. Trinidad es difícil de rostro, difícil de modos, difícil de trato, pero Trinidad sabe que el mundo no es un cucurucho de garrapiñadas, ni un paseo por ciudades sin direcciones prohibidas. Baila sin moverse, tras la barra, haciendo que un rictus de amargura cante el son, ignorando a la fortuna que pasó de largo dos puertas más allá. Ella sabe de la penas que beben para vomitar la vida, las que se apoyan cada noche en la frontera de la verdad doble con hielo y madera, las que se pintan a gritos en el silencio oscuro de su bar. Trinidad huye a la ternura, la maldice con la fuerza que quema el aguardiente en su garganta, y el sabor rancio del olvido que habita en su paladar. Trinidad sabe que la solución es pegarse un tiro, pero también sabe que las armas las carga el diablo, y que éste trabaja de paisano para dios. Trinidad lleva toda la vida siendo atea, y se dispara cada noche en la sien con una pistola que no se deja crear. Así cree que morir es posible que sea bello, mientras Billie Holiday canta oscura en la penumbra de su bar...
"Bar Trinidad"
© pokit in a pocket. chus alonso díaz-toledo
10 comentarios
Jaime -
Un saludo.
vir -
Silvana Melo -
Otra vez será
Té la mà Maria -
piedra -
La princesa del cuento -
té la mà Maria -
gracias por todo
raquel -
Silvana Melo -
Me maravilla su letra, señor. El bar trinidad tiene un clima de ternura densa y da un color naranja oscuro que cala por dentro. Y créame usted que me tomo todos los días un minuto para leerlo. Ya forma parte de los rituales diarios. Aunque no siempre deje señales.
Un abrazo hondo
Miranda -