sobremesa
Tengo una mesa de cristal con una colección de remolinos de viento azul, son remolinos que se recitan, inexplicables, sobre la azotea de un mueble sin inmueble. Se mueven de un lado para otro; giran desde el centro de ésta, y sobre su propio centro, hacia los cuatro abismos domésticos en los que viven las sobremesas, para decorar con los rizos del anticiclón exacto la existencia plana de este mueble singular. Es una mesa con la superficie del cielo escrita en el papel transparente de un puñado de arena, ambos enmarcados dentro de un rectángulo de madera reseca a base de tiempo, como las cuatro patas que la unen al mundo que se usa en veinticuatro husos horarios, día tras día.
Ayer una taza, sin fondo concreto, quiso tomar el café de la soledad, la que acompaña a los que tuvieron algo que decir, y lo dijeron sin pensar que no se podía pensar en voz alta. Mañana también puede que sea el punto de reunión para alguna de las tertulias que evocan a las lunas de agosto, o para las dos nubes de abril que estuvieron a punto de conjugar el verbo de la lluvia, el mismo que guarda los sabores ocultos que transitan por las tazas de té.
Mi mesa no es mía, pero ella no lo sabe. No conoce la propiedad que otorga, y quita, la misma palabra que dice propiedad, y mientras no lo sepa, seguiré observando en el alma de su transparencia el firmamento reflejado de las noches. En esas noches el cristal de mi mesa se llena con las luces lejanas que velan a una calle con nombres de sur, mientras por los límites de su madera caminan los irresponsables que hicieron malabares con las ilusiones propias, y que ahora flotan, por las filosofías externas que pintó el universo interno que habitaba una cabeza de Magritte. Pero en la mesa también cabe la nada, cuando es nada lo que quiero tomar. No intenta convencer desde las reflexiones totalitarias del todo, sólo se queda frente a mí, callada, aunque siga contándome historias de miles de años luz.
Mi mesa no es mía, pero ella no lo sabe, y yo no se lo quiero decir aún.
© pokit in a pocket. chus alonso díaz-toledo. "Sobremesa"
10 comentarios
chus -
Magritte, sueña usted de maravilla, seguro que sabe de luces que desde la montaña ven el mar. Gracias por su visita (y por el bombín).
Hola Lau, me alegra leerte de nuevo. Gracias por pensar así de mis letras, aunque parezca pura cortesía, pienso lo mismo de las tuyas, tienes un sitio lleno de letras que cuentan. Un beso.
Felicidades anuales para ti, María José, sigue siendo la estrella del sur alegre otro años más, y otro, y otro... Un beso.
Salud, y gracias a todos
Perseida -
Muchos besos y sonrisas, desde el Sur.
Lau -
Magritte -
Maitía -
chus -
Anónimo, cosas mucho mejores que tú las tiro todos los días al cubo de la basura, majete. Hala, y ahora un azote, y al cuarto de pensar, a pensar un rato, que se te nota que lo haces poco.
Anónimo -
Mariela -
Anónimo -
Mariela -
¡¡Felices fiestas guapo!!
¡¡Felices fiestas a todos!!