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pokit in a pocket

uno de uno

Quería empezar un poema que no dijese nada importante, que huyese de la filosofía triste que bulle en los versos. Tampoco quise que amor fuese una palabra de serie, e intenté sellar las ventanas que dan al alma de las otras personas. Olvidé la épica tópica, y la típica rima fácil de terminación en “ar”, mientras colocaba andamios alrededor de las letras. Pensé que sería mejor buscar una razón que quitase la razón a las frases que buscaba, así luego sólo tendría que quitar la razón a esa razón disidente, para llegar a la declaración de principios que sería el embrión de mis delirios de poeta.
A mi alrededor se amontonaban las facturas sin futuro de pago, los botones descosidos de aburrimiento, y alguna que otra cita a ciegas con la muerte de las citas. La cosa no estaba para derrochar utopías, y yo me había embarcado en la travesía de nunca acabar, andaba buscando la respuesta a la pregunta del millón. Hubiese sido más sencillo rimar amor con terror, abandono con perdono, o pasión con fusión, pero no, yo quería la palabra exacta que lo dijes todo, y nada, si fuese necesario decir nada.
Volví a imaginar el desierto plano que se levantaba sobre mi cabeza, clavando sus raíces de fuego, y cristal roto, en los pensamientos que intentaban respirar fuera de aquella tormenta de arena. Quise huir de él, recuperar la frialdad de la perspectiva exacta del infinito, y el tiempo chocó por un segundo contra mí...
No recuerdo si era martes, o si era viernes, pero no tenía la menor importancia el detalle de la fecha, sólo importaba el sabor a nombre que comenzaba a visitarme, sin remitente. Era un nombre borroso, se escondía en la distancia que hay entre la realidad y la mentira, portando, cosidos en sus ropas, los deseos que nadie se atrevió a confesar. Era un nombre sin rostro, pero sabía susurrar y gritar, reír y llorar, correr y parar, amar y fornicar. Era el invierno del verano, y también la flor de abril en noviembre, la tierra perfecta donde vivir enterrado hasta la muerte, que siempre vivía afuera.
Quise saber las letras que formaban ese rostro de nombre, pero sólo encontré el apellido del olvido, y una nota en blanco firmada por mí.

"Uno de uno"
© pokit in a pocket. chus alonso díaz-toledo

5 comentarios

NOFRET -

Tu texto me hizo pensar en lo que siento cuando intento pensar en escribir (porque ya ni intento escribir, sólo lo pienso)
Seguramente no di ni cerca de lo que quisiste decir, pero lo disfruté.

Jaime -

Qué gusto da leerte...

gladys -

Como brilla ese Che en tu camiseta.
Gladys

gladys -

Qué gustazo volver a perderme entre tus líneas Pokito. No sabía de tí desde Atramento...una eternidad. Si no es por Sandra, te pierdes en el ciberinfinito... menos mal que mantienes el tipo.
Gladys

Sonia -

Hola. Me encanta tu blog. Un beso